viernes, 22 de mayo de 2020

CIENCIA

CIENCIA

Uno de los mayores logros de la cultura maya fue el desarrollo del sistema matemático más sofisticado y preciso de la América precolombina, comparable (y en muchos casos, incluso superior) a los sistemas de notación y al calendario del Viejo Mundo. Un alto porcentaje de los textos jeroglíficos mayas son signos que se refieren a materias y cálculos aritméticos, calendáricos y astronómicos.


La numeración maya
Los antiguos mayas utilizaron un sistema vigesimal que permitía expresar los numerales de dos maneras distintas: con barras y puntos (un punto siempre tenía valor uno y una barra, valor cinco) y a través de signos glíficos con forma de cabeza (cefalomorfos). La expresión de los números hasta el 19 se realizaba gracias a la combinación de barras y puntos, mientras que para cálculos y notaciones superiores a la cifra 19 se empleaba un sistema posicional, en que las unidades aumentaban de valor según la posición que iban ocupando en el eje vertical, de abajo arriba. De gran trascendencia para este sistema fue el concepto de cero, que tenía su propio signo en forma de concha.

El calendario maya

Las distintas civilizaciones que poblaron a lo largo de la historia el territorio mesoamericano compartieron la estructura del calendario como base a partir de la cual podían establecer su cronología y como sistema que permitía registrar de algún modo el paso del tiempo. En este contexto, los mayas dieron sin duda un paso de enorme trascendencia en la medición del devenir temporal, y su notación calendárica es una muestra cabal de la inteligencia humana. Gracias a la aritmética posicional, los mayas, por medio de operaciones simples de adición y sustracción, generaron el impresionante despliegue de notaciones que permitió a su cultura disponer de una cronología propia.

La astronomía maya

Una de las características que diferenciaba a las élites mayas era el alto nivel y la precisión de sus conocimientos astronómicos. Aunque la mayor parte de la información que ha llegado hasta nosotros está contenida en los tardíos códices del período Posclásico, no hay duda de que las observaciones y los cálculos sobre los cuerpos celestes se establecieron desde los tiempos preclásicos, momento en que se erigieron los primeros complejos de conmemoración astronómica. Los centros estaban integrados por una pirámide truncada, donde se situaba el observador, y tres edificios alineados en el lado este, donde se tomaban los puntos de referencia de la salida del Sol en los diferentes solsticios.

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